lunes, 20 de marzo de 2017

Cuento: La Pequeña Bombera

Casilda vivía con sus padres y su hermano pequeño, Tomás, en una casita a las afueras de un pequeño pueblo cerca de la costa llamado Palo Rosa.

Casilda, que había terminado sus estudios de Derecho recientemente dudaba entre ir a la gran cuidad a buscar trabajo en un Gran Bufete de Abogados o bien realizar el sueño de su vida, aquel que había ido alimentando cada día mientras iba al colegio y luego a la pequeña Universidad de su pueblo al pasar por la puerta del minúsculo pero coqueto Parque de Bomberos de su ciudad…….Siempre había querido ser Bombera.

Una mañana de junio, tomó su decisión una mañana mientras desayunaba y por su ventana veía pasar al bonito coche rojo de Bomberos que iba haciendo sonar su sirena sin descanso: Lo intentaré y seré Bombera.

Tal pronto lo pensó, salió de casa y se marchó al Parque de Bomberos, donde casualmente se encontró a otros chicos de su pueblo que estaban esperando a que les tomasen nota de sus datos para las pruebas que iban a realizar para ampliar la plantilla. Esperó pacientemente su turno y cuando por fin le llegó el turno, el jefe del parque le dijo:

-         -  ¡Hola ¡ Creo que te estas equivocando de sitios. Esta es la cola para las pruebas a Bomberos.

-         -  ¡Hola¿ (dijo Casilda). Si, exactamente a eso esperaba. Quiero hacer las pruebas.

El Jefe de Bomberos la miró de arriba abajo y aguantándose una risotada replicó:

-          - No sé si te has dado cuenta pero eres una chica y además… no mides ni 1,60..

-         -  Lo sé (dijo Casilda con firmeza) pero quiero hacer las pruebas…

-          - Bueno (dijo el Jefe, ocultando una sonrisa), si insistes, te apunto. Mañana a las 8h son las pruebas. Sé puntual por favor.

A la mañana siguiente, después de una noche intranquila, Casilda se presentó a las pruebas, junto con otros 5 chicos altos y corpulentos.

Cuando las pruebas físicas empezaron, Casilda, que se encontraba en buena forma iba superando una tras otras las mismas, corriendo, subiendo por la cuerda hasta el techo, arrastrándose debajo de una red, escalando otra hasta que llegaron a una prueba que tenían que coger 10 kilos de material y correr 100 metros donde cogían mas material y seguían otros 100 metros corriendo..

Casilda lo intentó, cogió el primer material y empezó a correr aunque a los pocos metros ya tenía problemas para correr pero por su fuerza de voluntad lo intentaba, parándose  y volviendo a seguir una y otra vez hasta que llegó a los 100 metros y cuando tenía que coger el resto del material vio que ya no podía…
En ese momento, el Jefe de Bomberos le dijo:

-        -   Casilda, reconozco que me has sorprendido hasta ahora pero esta prueba hay que hacerla y no estás preparada. Lo siento pero no podemos seleccionarte.

- Casilda, casi a punto de llorar, dejó el material en el suelo y volvió a los vestuarios a cambiarse. Cuando salía ya cambiada, profundamente triste, el Jefe de Bomberos que la observaba le dijo:

-         -  ¡Casilda¡ ¿ Sé que no es lo que querías pero tenemos una vacante en administración, ¿quieres ocuparla?

    Casilda, aun profundamente triste lo pensó y se dijo que al menos era un trabajo que podría hacer hasta que pasase el verano así que contestó:

-       -    ¡Bien¡ Lo haré. ¿Cuándo empiezo?

-       -    ¡Mañana¡ le dijo el Jefe.

A la mañana siguiente, Casilda entró por primera vez en el bonito Parque de Bomberos como empleada aunque…no como lo que había soñado tantos años….

Al verla, el Bombero nº 2 le dijo, entre risas:

-         -  ¿Así que tu querías ser bombera, eh? ¡ A quien se le ocurre¡ (remató riéndose con su compañero nº 4)
Casilda, se dio la vuelta para entrar en la Oficina y se fijó en una foto que había enmarcada en la pared donde se veían a todos los bomberos del Parque reunidos sonriendo y por la espalda aún oyó la voz del bombero nº 2 que le decía:

-          - En esa foto solo podrás ver a los Bomberos del Cuerpo. Los administrativos no pueden aparecer, jajaja.

Y así, entre risas de los Bomberos y un arduo trabajo administrativo iban pasando los días de forma aburrida ya que Casilda veía una y otra vez salir a los Bomberos a sus servicios mientras ella echaba de menos poder ir con ellos y se conformaba con pasar las cuentas a limpio y mantener el archivo al día.

El mejor momento del día era cuando, si no había servicio, todos los bomberos se reunían a comer en la sala contigua al vestuario cuya puerta exterior también cerraban para estar más aislados a la hora de comer y hablar con total tranquilidad de sus cosas aislados por la insonoridad que las puertas de un palmo de anchura en hierro forjado les daban. Ese era el momento que Casilda aprovechaba para recorrer poco a poco las instalaciones y soñar despierta que formaba parte de aquello..

Un día, a mediados de Julio, en esa hora dedicada al almuerzo, se encontraba Casilda sola con su ordenado mientras los bomberos comían entre risotadas en el interior de su recinto “de descanso” cuando de forma repentina se empezaron a notar unos fuertes temblores. la tierra se movía y todos los aparatos colgados se venían abajo.

Casilda, muy asustada, se metió debajo de la mesa y aguantó firmemente el escándalo de cacharros golpeándose contra el suelo durante un tiempo que le pareció una eternidad hasta que de repente, como empezó, todo acabó. Ya no se oía nada.

Casilda se reincorporó lentamente y se dio cuenta del desastre, todo estaba por el suelo y las paredes habían sufrido algunos desperfectos pero lo peor era la escalera del coche que se había roto y se había quedado encajada en la puerta de la sal donde estaban los bomberos comendo impidiéndoles abrir la puerta hacia afuera.

Casilda, preocupada, se acercó corriendo a la puerta y empezó a gritar:

-       -    ¿estáis bien? ¿me oís?

Al otro lado se oyó débilmente la voz del jefe de Bomberos.:

-        -   Si, Casilda estamos aquí. Todos bien pero nos tienes que sacar. Hay un escape de gas y no podemos abrir la puerta y la del vestuario se abre por fuera.

Casilda se puso a pensar rápidamente pero no se le ocurría como ayudar así que pregunto:

-     -      ¿Y qué hago? Si no puedo abrir la puerta ¿Cómo os ayudo?

-     -      Casilda, la única forma es entrar en por el conducto del aire y si no se ha roto, llegar hasta nosotros para que te demos la llave y puedas abrirnos.

-    -       ¿Pero cómo voy a entrar ahí?  ¡! No puedo hacerlo ¡¡¡¡

-   -        Casilda, solo tú nos puedes ayudar (dijo el Jefe de Bomberos). Aquí cada vez huele más a gas y si no salimos pronto nos asfixiaremos.

Casilda se puso a pensar de forma frenética, ¡que puedo, hacer¿ ¿Qué puedo hacer?. Ya lo tengo, se dijo….

Arrastró la mesa de su despacho hasta debajo de la entrada del aire, puso la silla encima y con una horquilla del pelo abrió los tronillos de la entrada. Una vez abiertos, se aupó con agilidad y se introdujo en el conducto de ventilación que era muy estrecho y en el que, como afortunadamente en este caso, no era muy alta, cabía muy ajustada.

EL temblor de tierra había estropeado algunas partes del conducto por lo que en algunas partes, Casilda sentía que se le hería el cuerpo pero siguió avanzando por el conducto hasta que llegó a la entrada que había encima del cuarto donde estaban los bomberos donde ya empezó a oler algo a gas.
Llegado allí, lo superó y con los pies empezó a dar patadas hasta que consiguió romperlo. Cuando vieron los pies los bomberos de abajo gritaron:

-       -    Casilda, Gracias al cielo. Toma las llaves del cuarto y abre por fuera el vestidor contiguo para que salgamos. Nos queda poco oxigeno…

Casilda recogió la llave que le tiraron al conducto y siguió hasta la entrada del vestidor arañándose el cuero una y otra vez pero sin parar. Allí, repitió la operación con los pies hasta que derribó la tapa y saltó de forma decidida al suelo. Con la llave, abrió la puerta y los bomberos fueron saliendo uno tras otro de forma precipitada respirando el nuevo aire a bocanadas.

El jefe de Bomberos alcanzó de 2 zancadas la toma general del gas y la cerró rápidamente tras lo cual se quedaron todos, exhaustos en el suelo tratando de respirar oxigeno limpio…

Unos segundo después, todos los bomberos sin excepción, se quedaron mirando a Casilda, que se encontraba en un rincón en el suelo revisando sus muchas heridas y se produjo un silencio tras el cual, el bombero nº 2 se levantó y se dirigió al cuadro que tan orgullosamente presidia el Parque y que estaba en el suelo. Lo recogió y dijo sin dejar de mirar a Casilda:

-      -     Jefe, este cuadro ya no sirve. El nuevo lo tiene que presidir nuestra Bombera nº 1, Casilda. Coja la cámara que vamos a hacernos la foto que siempre deberíamos haber tenido.

FIN



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